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25 de mayo de 2025

La estrella quieta

Un relato de cienciaficción con componentes clásicos para el género: un viaje espacial a una estrella distante y extraña, los seres que la habitan son diferentes e inmutables. En este relato de Paz Guevara todo parece estar detenido. O no….

La estrella quieta

A 80 años luz de la tierra, el sistema Voltex aparecía apenas como una mancha tenue en los mapas astronómicos. Una estrella enana, sin planetas conocidos, sin señales de vida. Excepto por un dato imposible: su posición no cambiaba.

Desde que los telescopios orbitales la registraron por primera vez, no se había desplazado ni una micra. Durante más de treinta años, ningún modelo gravitacional lo había podido explicar. Las leyes de la física exigían movimiento. Todo se mueve. Todo. Pero esa estrella no. 

Por eso la Ariadna IV fue enviada.

A bordo iba la científica Nira Salvat, experta en astrofísica cuántica y obsesionada con las anomalías. Cuando llegaron al sistema, lo primero que hizo fue apagar la inteligencia artificial de navegación. Quería observar con los ojos del pasado.

- Sensores fuera. Usaremos óptica analógica – ordenó.

La imagen se reveló poco a poco en el panel. La estrella era real, brillante, azul pálida, con un halo casi perfecto… y sin embargo, seguía quieta.

El comandante sospechó interferencias magnéticas. El ingeniero propuso errores de percepción espacio – temporal. Pero Nira no estaba convencida. 

- Y si no se trata de un error. Y simplemente no se mueve…  

Descendieron a la luna Kharon- 6, unos de los únicos cuerpos sólidos del sistema. Allí, bajo el hielo translúcido, encontraron vida. Pero no como la conocemos. Eran criaturas líquidas, que adoptaban formas geométricas casi perfectas: esferas flotantes, cubos pulsantes, espirales que respiraban. Parecían danzar sin motivo. Pero al analizarlas, surgió la segunda anomalía.

- No hay restro de evolución - dijo Nira.

- ¿Ni mutaciones? – preguntó el comandante.

- Ninguna. Estas criaturas son idénticas a las que encontró la expedición Eos II hace 198 años. Ni una mínima variación. Como si el tiempo no les afectara.

El comandante frunció el ceño.

- Eso no es posible.

- y sin embargo… - murmuró Nira.

Se encerró en su módulo de análisis. Buscó mutaciones, adaptaciones, presiones ambientales. Nada. Eran perfectas desde el origen. Y el origen no estaba en el sistema Voltex. Una de esas criaturas, tenían coincidencias genéticas con fósiles encontrados en Marte. 

- Esto lo cambia todo – susurró – Si no evolucionaron acá, si no cambian… entonces la evolución no es ley universal

Cuando presentó su informe al consejo científico desde la nave, se rieron. 

- La biología no puede existir sin evolución – dijeron. 

- Lo sabes, Nira “Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de evolución”.

- Entonces esta vida no tiene sentido para ustedes – respondió ella, cerrando la transmisión. 

Antes de partir, volvió sola a la superficie. Se quedó mirando la estrella inmóvil en el cielo. Sus notas temblaban en su Tablet:

“La estrella no gira, las criaturas no cambian. Y, sin embargo, ambas existen. ¿Acaso lo que no se mueve no puede estar vivo?”

Se quedó en silencio. Y mientras la nave encendía motores, un leve pulso azul brotó de la estrella. Un parpadeo, un guiño, un cambio.

- Y sin embargo… - dijo ella, con una sonrisa que mezclaba temor y certeza – …se mueve.

                                                                                                                         

PAZ GUEVARA

 

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