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10 de noviembre de 2024

Amor en la oscuridad

Las historias de vampiros son tan antiguas que podríamos decir que desde siempre la imaginación humana creó monstruos y demonios bebedores de sangre, aunque el vampiro moderno reconoce su origen en el folklore del sudeste de Europa a comienzos del siglo XVII. Parece ser que están muy instalados en el inconsciente colectivo, conjurando con su inmortalidad nuestro inveterado temor a la muerte. Hoy, Paz Guevara, demostrando la plena vigencia del mito, nos cuenta una historia de vampiros que es, en realidad, una historia de amor.

Amor en la oscuridad

Mi nombre es Ciara. Desde siempre sentí que había en mí algo poderoso, algo que no podía explicar. Mi familia es la más rica e importante del país. Odio todo aquello que representan, su sombra oscurece todo lo que tocan.

Conocí a Sara en una galería de arte, ella era lo que yo no: libre, creativa y llena de vida. Me sentí atraída por ella desde el primer momento.

A medida que nuestra relación crecía comencé a notar que Sara también veía algo en mí, algo que yo misma no entendía.

Una noche, mientras paseábamos por el parque, un hombre salió de la oscuridad e intentó atacarnos. Sin pensarlo, instintivamente, lo derribé y desarmé con una fuerza que no sabía de donde venía. Sara me miró con sorpresa.

Fue entonces cuando empecé a darme cuenta quién o qué soy. Mi piel es pálida, mis celos casi inhumanos. Fue así que investigando descubrí la verdad. Soy inmortal, soy un vampiro. 

No encontraba forma de explicárselo a Sara. Pero tenía que protegerla, incluso de mi propia familia. 

Provengo de una antigua dinastía de vampiros, emigrados del este de Europa hace más de tres siglos. Cuando descubrieron que Sara sabía la verdad intentaron separarnos. Pero entonces entendí que el amor no siempre es pacífico, a veces hay que luchar por él.

Nos enfrentamos a mi familia con nuestra propia fuerza y convicciones, cada batalla nos acercaba más y cada herida nos hacía más fuertes. Logramos liberamos de las cadenas que nos ataban a mi pasado. 

Solo nos quedaba una batalla por pelear, una contra un enemigo inexorable… Una noche cuando estábamos en nuestro refugio Sara me miró intensamente: “Ciara – dijo – Quiero ser inmortal, quiero estar con vos para siempre”.

Mi corazón, si es que tenía uno, por un momento se detuvo. La idea de compartir la eternidad era tentadora y a la vez aterradora. Sabía que significaba ser inmortal, las sombras, el secreto, los sacrificios que conlleva. Pero el amor era más fuerte que cualquier miedo.

─ ¿Estás segura? – dije – La inmortalidad no solo es un regalo, también es una carga.

Sara asintió con los ojos llenos de determinación. 

Arrasada en lágrimas la abracé. Sabía que nuestra vida cambiaría para siempre, pero sabía también que éramos lo suficientemente fuertes para soportar cualquier adversidad. Esa noche, bajo la luz de la luna, compartí mi inmortalidad con ella. Sellando nuestro destino.

Ahora vivimos juntas y libres. Aprendí que el amor verdadero no es solo un sentimiento, es una fuerza, y que vale la pena luchar por ella. Porque si no estás dispuesto a pelear por el amor

 ¿Qué clase de amor sería el tuyo?

                                                                                                                           

PAZ GUEVARA

 

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