EL NIDO VACÍO

Es un sentimiento raro, algo que sabes que va, o puede pasar y aún así cuando ocurre te deja así… raro… triste, pero satisfecho.

La primera vez, quizá porque no estuve presente, fue casi sin darme cuenta… de repente, todo pasó, ya estaba hecho.

¿Duele? ¡Y sí! Pero es natural que así ocurra, y alguna vez fuiste vos el protagonista. ¿Viste cuando vas creciendo y dejás el jardín de infantes, la primaria, la secundaria… inevitables dolores, naturales, obligados, pequeñas muertes, separaciones casi definitivas, pero no tanto?

Ley de la vida, te dicen…

¡Ley de la vida!, y lo comprendes, es lógico que suceda. ¡Es tan importante para los que tomen la decisión!

Uno ve cómo se van dando las circunstancias, y sos feliz por cada logro, por cada meta alcanzada, por cada sonrisa que brota de sus caras. Acompañas y te pones en su lugar recordando cuando fuiste vos aquel en esa misma situación. Fogoneas ideas y ayudas para que se cumplan, los ves contentos, con fe y esperanza.

Y bueno… crecen, viven, sueñan y un día, los chicos son grandes, desean hacer su vida, volar, probar qué se siente. Valientes, confiados de sí mismos, quieren escribir su propio capítulo de la historia.

Encuentran a alguien que vibra en su misma sintonía, en un acorde similar y así componen una nueva sinfonía, una nueva canción.

Obviamente que uno se siente orgulloso de ver cómo aquellos niños que viste nacer y crecer, se aventuran a la vida y sueñan con un mundo mejor para ellos y los que los sucedan.

El sentimiento de felicidad, y el deseo de ver la felicidad en sus caras por siempre, se mezcla con el de tristeza, por la idea de quedarse solo…
 

¡Ley de la vida… sean felices!
Con todo el amor del mundo 

Mario Francisco Morlibo