En 1950 el escritor argentino Manuel Mujica Láinez publicó “Misteriosa Buenos Aires”, una obra de ficción compuesta por 42 relatos breves. Uno de los cuentos más famosos del libro es “El hombrecito del azulejo”, un relato maravilloso del que participa la mismísima Muerte junto a personajes históricos como los médicos Eduardo Wilde e Ignacio Pirovano. Rosario Vilches le dio voz a la Muerte, personaje fundamental del relato, desde su Diario íntimo, para volver a contarnos la historia de la mano de una de sus grandes protagonistas.

LA HORA IMPOSTERGABLE

Je sui Madame la Mort. Famosa. Única. La gente al verme se horroriza, porque sabe que mi visita es inexorable y definitiva. A veces, prefiero que no me vean hasta último momento. Otras, disfruto de la cara de quienes me estoy por llevar.

Pero lo que me ha pasado es inconcebible. Escribo esto en mi diario íntimo porque nadie debe saber lo ocurrido. Debía retirar a un niño, sí, un niño, ¿qué culpa tengo yo de que le llegara la hora? Y como ellos son de mis más preciados premios, se me ocurrió ir un ratito antes, así los familiares sentían mi presencia, la angustia, en fin, el dolor de la pérdida. Estaba yo al lado del aljibe cuando una figura pequeñita, vestido como un elfo, todo azul, me recibió con alborozo. Yo quedé asombrada, pero después de un rato, comenzamos a conversar.¡¡¡ Era tan simpático!!! Y adulador. Destacó virtudes en mí que yo ignoraba. Me sentí cómoda, feliz, halagada…No me di cuenta de que ese hombrecito azul era más maligno que yo, porque cuando quise recordar, había pasado la hora en que tenía que llevarme al niño. La hora de la muerte es fundamental. Es inamovible. Y a mí se me pasó. Por primera vez. Y única, espero.

No me llevé al niño. Pero a ese trozo de material con el hombrecito azul, lo arrojé al aljibe. Y no habrá nunca un solo testigo de mi debilidad, ocurrida simplemente por vanidad.

ROSARIO VILCHES