Hace ya más de 20 años el escritor español Enrique Vila-Matas escribió un ensayo sobre los escritores que dejan de escribir. En esta lista encontramos grandes nombres de la literatura del siglo XX como J. D. Salinger, Robert Musil, Samuel Beckett y el mejicano Juan Rulfo, entre varios otros. ¿Cuál será la historia que subyace a esta decisión de abandonar la literatura para siempre? ¿Se han perdido todas las ilusiones de una totalidad representable? Pareciera que ya no sirven los grandes relatos para reflejar este mundo fragmentario y azaroso. Laura Thomas imaginó las razones que impulsaron a Juan Rulfo, autor de una obra tan breve como brillante e intensa, al abandono de la práctica literaria, a la huída, al silencio.

Ciudad de México, 30 de junio de 1970

Querida Etelvina:

Recibí la carta que me enviaste desde Jalisco. 

Admiro y agradezco tu entusiasmo por mis cuentos pero como te he dicho tantas veces esa etapa ya finalizó.

Ahorita mismo, en esta semana, me citaron del canal estatal y una vez más presenté excusa para no ser despreciativo.

No puedo decirle al pueblo esto que hoy, en honor a la profunda amistad que nos une desde hace tantos años, paso a contarte.

He recorrido esos páramos con el alma al descubierto y quedé enredado en los caminos del dolor. Y me sentí como Macario con sus ranas, tan solo, tan desamparado. O como aquellos a los que las riadas les destruyó lo poco que la pobreza les daba… y el hambre de los vivos y el desamparo de los muertos.  

Siento que Pedro Páramo soy yo, que sus muertos son los míos (¡son mis muertos, siempre tan presentes!). Me acechan, me espían, me esperan aferrados a las paredes de la casa, no me permiten seguir contando su vida muerta, su padecer vivo.

Etelvina, ellos me vencieron.

Etelvina, amiga ¿Me comprendes?

Con el cariño de siempre.

Juan Rulfo

 LAURA THOMAS