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16 de abril de 2023

TERROR (El oscuro retorno de las cosas)

El terror es un género literario que ya reconoce una respetable antigüedad pero nunca pierde frescura y una certera capacidad de conmovernos. Sebastián Fontenla Gil ha escrito un relato que podríamos ubicar dentro de la tradición gótica: el retorno del más allá, cumpliendo con los requisitos del género y su más destacable propósito: ¡inquietarnos!

TERROR (El oscuro retorno de las cosas)

La habitación de Esther quedaba en el primer piso. La casa era grande, demasiado para ser habitada por una sola persona. La había heredado de sus abuelos y desde el accidente nunca más quisieron volver. Todo se fue desbarrancando: primero fue el divorcio de Juan Carlos, después la internación. Cuando le dieron el alta las cosas no fueron a mejor.

Su obsesión por lo ocurrido la llevó a alejarse de todos, ya nadie quería ni podía ayudarla.

Cuando llegó a la casa las ventanas estaban tapiadas, y la tranquera tapada por el pastizal, pero ella debía estar ahí. Esa noche se cumplirían 10 años.

Cenó sola sobre los platos sucios, el silencio era abrumador. Subió la escalera y se acostó. La cama estaba cubierta de polvo, las sábanas eran las mismas, nadie las había levantado. Todo estaba como si el tiempo se hubiera detenido aquel día.

Se durmió y en medio de le noche un sonido la despertó.

Bajó las escaleras, cruzó el comedor lentamente, dirigiéndose al cuarto de Martina. La puerta estaba entreabierta, una luz tenue se escapaba por debajo.  Apenas había traspuesto el marco cuando una voz la estremeció.

─Mamá  -escuchó. Ese sonido único que había quedado grabado en su memoria.

 ─Mi amor –respondió cayendo de rodillas, sin poder avanzar.

─Salí a buscar al gatito… creo que se cayó a la pileta.

La invadió un sentimiento ambiguo, nunca había estado loca. Cuando la descubrieron durmiendo en la tumba de Martina, en el quinto aniversarios de su muerte, intentó explicarles a todos que era la forma de volverla a la vida. Aquella mujer que visitó en Jujuy le había dado indicaciones precisas. Regresaría como antes y estarían juntas otra vez. Solo había que esperar cinco años más, esa noche sería la indicada.

Pero nadie le creyó.

─Amor mío, acá está mamá, abrazame.

─El gatito - susurró Martina- dándose vuelta para mirarla.

─No importa el gato mi amor, vení con mamá.

─El gatito está en el agua, hay que salvarlo - repitió Martina.

─Dame un beso amor, por favor, ¡te amo!

─El gatito, se está ahogando el gatito ¡mamá!

Martina se levantó y corrió hacia el jardín desapareciendo en la pileta, como aquella vez, la última tarde del último verano que la familia pasó en el campo.

Esther corrió detrás de ella gritando desesperada.

─ ¡Martina!  - exclamó - ¡no te vayas otra vez!

Nadie escuchó el último alarido de Esther.

Jamás encontraron su cuerpo.

                                                                                 

SEBASTIÁN FONTENLA GIL

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