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11 de febrero de 2023

NO HAY DERECHO O NO HAY DERECHOS?

Por: Juancarlos Bejarano Muguruza

Hoy se me ocurrió hablar de derechos.

Varios de mis amigos/as abogados/as intentaron explicarme de mil formas librescas jurídicas qué cosa es ésa de los derechos.

A todos/as escuché, a todos/as respeté, a todos/as consideré.

Pero también a todos/as les señalé que, para mí, hay una sustancial diferencia entre DERECHO (jurídico) y DERECHOS (humanos y sociales).

Los tiempos que corren han traído una exacerbación de lo jurídico por sobre todos los demás campos de la vida, políticos, sociales y humanos.

Esta hipertrofia nos está llevando a la falsa idea de que todo pasa por los tribunales, que todo debe manejarse por medio de abogados, porque hay un “gran hermano” llamado ostentosamente “la justicia” que monitorea, dirige, tuerce y califica nuestro diario vivir.

Constitucionalmente no debiera ser así, porque nuestra Carta Magna determina que hay tres poderes con igual fuerza que marcan la institucionalidad del país.

Pero me interesa rescatar (si se pudiere) a los derechos, apartándolos, aunque más no sea por un instante, del debate donde se agitan fallos, recursos, recusaciones, acordadas y demás episodios tribunalicios.

Los derechos, amigos/as, hacen a la existencia de cada persona, son pertenencias que no admiten menoscabo ni racionamiento.

Así, debiéramos disfrutar del derecho a la vida (eje de todos los demás), del derecho a elecciones personales de todo tipo que no intervengan sobre derechos de otros/as o de la comunidad, del derecho a una vivienda apropiada, del derecho a una sana alimentación, del derecho a condiciones de vida dignas, del derecho al respeto a todo pensamiento o ideología, del derecho a amar y amarse en acuerdos libres entre personas libres…

Pero la realidad nos indica que, a más del Derecho, hay otros mecanismos que disturban, condicionan, mutilan y/o eliminan el acceso general a derechos que son liminares.

Entre los mecanismos más “exitosos”, tenemos que mencionar a la comunicación excesiva y dominante.

Los medios periodísticos públicos y los operadores (inocentes y no tanto) no identificados pero “viralizados” en las redes, generan una presión sobre la opinión pública que apunta a romper esa diferenciación que mencioné al comienzo entre DERECHO y DERECHOS.

Ahora, debo confesar algo: todo esto que escribí hasta ahora fue una excusa para referirme a un tema concreto: los/las hijos/as que tienen las familias de escasos recursos.

En este tema, los derechos a la vida debieran superar, hasta obviarlos, los enfoques del Derecho y de la comunicación social predominante.

Es muy “normal” escuchar o leer cosas del tenor de “para qué tienen hijos si no los pueden sostener”.

Entonces surge, casi sin que nadie lo convoque, el derecho a generar vida sin analizar las condiciones económicas reinantes.

Pero también surge la obligación cultural y humanística que tiene la sociedad de proteger el derecho de las personas a gestar sin evaluar con qué recursos económicos, habitacionales o logísticos cuentan.

El Estado tiene la obligación de sostener en todas las formas la vida de todos los que nacen, independientemente del poder adquisitivo o de la situación socioeconómica de sus progenitores.

Ese rol de los gobiernos no está debidamente reconocido y, lo que es más grave, no se cumple con la plenitud que correspondería.

Si bien hay muchas medidas, esas que los medios denominan “asistencialistas”, que apuntan a cubrir no ya las necesidades sino los derechos de las personas que están involucradas en esta compleja situación, la comunicación y su correspondiente penetración en la opinión del resto de la gente lentifican (y a veces fuerzan retrocesos) el sendero de la equidad de derechos.

Va a ser duro el batallar por esos logros, porque estamos viviendo (o sufriendo) bajo una andanada de mensajes consumistas, meritocráticos, discriminatorios y competitivistas.

Pero el intento de cada uno, que pueda ir siendo tomado por el conjunto, no es un imposible.

El Derecho debe mirar con atención y casi obediencia a los derechos.

Sólo así se estará en camino.

 

Juancarlos Bejarano Muguruza

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