CULTURA
25 de diciembre de 2022
INACAYAL

Fue el gran cacique tehuelche de una tribu que vivía en el norte de Chubut. En 1884 fue tomado prisionero junto a otros jefes indígenas, separado de su familia y confinado en la Isla Martín García- Un año después el Perito Moreno lo lleva al Museo de La Plata, donde será exhibido, primero vivo y luego muerto. Durante 50 años sus restos ocuparon una vitrina. Luego fue a un depósito. Recién en 1994, tras los reclamos de la comunidad mapuche, los restos del cacique Inacayal serán devueltos a su pueblo y enterrados en la ciudad de Tecka, Chubut. En este poema, Oscar Méndez imagina los últimos momentos de Inacayal, antes de morir, cayendo misteriosamente por las escaleras del Museo.
INACAYAL
En la escalinata, de mármol, sus piernas de jinete vacilan.
Inacayal siente que se muere y ni la tierra, el cuero
o la madera lo cobijan.
Es una triste muerte la del cacique Inacayal.
Lo acosa una música de jinetes, un golpear
duramente de la tierra por los potros.
Es una muerte toda recuerdos, la del cacique Inacayal.
Le llegan, borrosamente, olores, el color cambiante de las
auroras, el ardor de una herida, quizás una sonrisa de niños
de hace muchos años.
Se le acercan a la cansada memoria, los bramidos del viento,
los alaridos, la sangre y los degüellos; la suave piel de una cautiva.
En la escalinata del Museo de La Plata, ya muerto, no es más
que un pobre viejo de figura encogida.
No yacerán con él ni su caballo preciado ni sus aperos de
plata.
Hoy su lanza se ha quebrado.
Todo dice su condición de guerrero vencido.
Hoy ha muerto el gran cacique Inacayal y ha sido una triste
muerte.
OSCAR MÉNDEZ
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