Martes 22 de Octubre de 2024

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CULTURA

16 de octubre de 2022

DEFINITIVO

En la vida no hay finales puros, decía Ricardo Piglia, porque los finales son imperceptibles o son confusos. Cuando la dicha se termina y el punto final, o la posibilidad de ponerlo, no aparecen por ninguna parte. cuando la felicidad anterior desaparece y es inútil pensar que volverá. Pero en la literatura sí acontecen finales puros. En este relato de Inés Hernández Igartúa se narra la inminencia de un cierre y la forma que adopta ese final: la asunción de lo real y la transformación de la protagonista, al mejor estilo clásico.

 

DEFINITIVO

          Cuatro años fueron suficientes para gastar el amor que sentíamos, llegó nuestra primera crisis y en eso éramos novatos. El viaje a la playa de los amantes en recuperación fue un clásico pero lo interesante de todo fue que no sabíamos bien qué queríamos, nos amábamos con pasión pero no bastaba. Teníamos mucha comunicación, compartíamos los gustos del otro, opinábamos, reíamos, nos contábamos secretos hasta que un velo fino comenzó a borrar las sonrisas, los intereses comunes, las charlas, empezamos a estar distraídos, la mirada dejó de ver al otro para dirigirla a la lejanía. Cada uno se metió en su propio mundo y el nuestro enmudeció, pensamientos solitarios andaban por los pasillos de la casa, la cama quedó sin caricias y nadie decía nada.

 

          La arena, el mar aparentemente nos conectó, apareció todo aquello que callábamos, como una explosión surgió lo inesperado, el amor que nos teníamos, el abrazo que nos consoló, un te quiero que nos unió para seguir caminando por la amplia playa en un ritual pasajero, lo que vivíamos por dentro no sabíamos dónde ponerlo. Regresamos a nuestra casa y aunque cansados hicimos el amor con total vehemencia como dos desconocidos. Al tumbarnos en las almohadas Tomás me dijo: “Mañana me voy, te dejo”. Mi templanza estalló, salté como un resorte de la cama dirigiéndome al placar en busca de un bolso para poner algo de su ropa y le increpé: “¡No, Tomás, mañana no, ahora mismo te vas de esta casa, estás demente!”, Tomás respondió:”Marta,  no lo tomes así, será lo mejor!”. Mientras completaba el bolso, Tomás se vistió y lo dirigí hacia la salida en medio de una disputa, abrí la puerta, le di un empujón para que saliera fuera del marco, le solté el bolso y la cerré con tanta fuerza como quien se saca un gran peso de encima.

 

INÉS HERNÁNDEZ IGARTÚA

                                                                                                    

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