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CULTURA

25 de septiembre de 2022

RESURRECCIÓN

Nagoro es una pequeña aldea de Japón, en la isla Shikoku, con una singular característica: la mayoría de sus habitantes son muñecos rellenos de paja creados por una mujer, Ayano Tsukimi. En Nagoro sólo quedan 30 habitantes vivos y 350 muñecos que representan a personas que han vivido en el pueblo. En el relato de Alicia Gugliotti, Nagoro revive gracias a la iniciativa del joven Akemi, antes que sea demasiado tarde y en Nagoro sólo queden los muñecos.

 

RESURRECCIÓN

El joven Akemi había oído el nombre Nagoro, pero cuando le explicaron que él había nacido allí veintisiete años atrás, algo se movilizó en su interior.

Empezó a hacer preguntas y a obtener respuestas alucinantes.

Así supo que el muñeco de trapo con los rasgos de su padre Katsú, había sido uno de los primeros del pueblo que ahora tenía más de 200, ocupando el lugar de quienes partieron a otro plano o a otras geografías.

Akemi quiso conocer Nagoro, ya que, habiendo salido de ese pueblo siendo bebé, no tenía ningún recuerdo.

Mucho se conmocionó delante de s u”padre”el muñeco Katsú. Su cabeza estuvo a punto de estallar; ese muñeco tenía los rasgos de su papá que él no podía recordar ya que un accidente terminó con su joven vida., pero su madre, le mostraba fotos todo el tiempo.

Akemi tenía vagos recuerdos esfumados…

 Cada noche el sueño lo abandonaba. Apenas comía. Sólo pensaba…

Después de varias semanas, una mañana se despertó radiante, feliz. El Universo le había regalado un sueño que lo ayudó a encontrar, con toda claridad, un orden para su cabeza convulsionada.

En seguida se puso en marcha hacia el semiderruido Palacio Gubernamental.

Se presentó al Gobernador y le dijo que le gustaría establecerse allí, hacerse una casa, traer a su novia Suki, formar su familia y radicarse en Nagoro. También le dijo que hablaría con otros jóvenes “hijos” de los muñecos que allí estaban y les propondría un plan similar…

El Gobernador, encantado con la idea de repoblar Nagoro, le ofreció su ayuda.

Ambos pusieron en marcha el Plan, de modo lento pero firme…

Diez años más tarde, Nagoro era una ciudad en franco crecimiento. Ya había escuelas, pequeñas y pujantes fábricas, un hospital… Negocios, muchos niños pequeños. Había VIDA…

Mágicamente aparecieron sonrisas francas en cada uno de los rostros de trapo.

Un arco repleto de adornos coloridos, recibe a los visitantes. Al tope del arco, escrito está el poema que todos recitan como una oración. El poema del cual se desconoce el autor, de tan antiguo…

                                                           

“Ciruelo de mi puerta

aunque yo no esté,

la primavera siempre volverá.

Tú, florece.”

 

                                                                                                  

ALICIA GUGLIOTTI

 

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