“El amor existe/ como un fuego/para abrasar en su belleza/ toda la fealdad del mundo”, escribió en un poema la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi. Alrededor del amor, de su naturaleza, de sus posibilidades para multiplicarse y de las condiciones necesarias para que no se pierda, mucho se ha escrito desde tiempos remotos hasta nuestra contemporaneidad. Mónica Persano reflexiona hoy, en forma de microensayo, sobre este regalo benigno que los dioses han concedido a nuestra frágil humanidad.

EL AMOR EXISTE

A lo largo de la historia de la humanidad, el amor ha sido el sentimiento más abordado por la literatura, la filosofía, la psicología, la antropología y aún la ciencia cuando trata de explicar las reacciones químicas que se producen durante el enamoramiento: serotonina, secreciones  endócrinas y otras yerbas.

Desde la filosofía existen textos que resultan sumamente interesantes: Fedro y El banquete, de Platón, donde se pondera el afecto entre hombres como la manifestación más sublime del amor, y se proponen soluciones míticas para explicar su origen. Reunidos en una cena, varios amigos discurren y discuten sobre la naturaleza del mismo.

La poeta Peri Rossi coincide también en la naturaleza elevada del amor, como aquello que destierra la fealdad del mundo y nos sumerge en un tiempo subjetivo que dilata o acorta los tiempos según sea esta vivencia.

Desde la psicología, Eric Fromm abordó el tema del amor como un arte, y así lo desarrolló en su libro El arte de amar.

Su tesis plantea que el amor nos hace sentir que no estamos solos ni separados ya que nos unimos a otro, pero aclara que esa unión no es simbiosis, es un vínculo intenso que sólo habrá de sobrevivir si cada uno de los involucrados conserva su individualidad.

Como miembro de la escuela de Frankfurt, Fromm llega a la conclusión de que el capitalismo   con su matriz deshumanizadora, aliena al hombre y lo incapacita para el amor.

Desde mi comprobación personal, yo creo que   sólo se puede conocer la naturaleza del amor al haberlo experimentado. Se trata de un sentimiento que nos enfrenta de igual manera con el éxtasis y con el más profundo dolor. Al mismo tiempo, el amor no existe sin idealización. El amado, sobre la base de lo real, se convierte en el sumun de la perfección.

Amar es por lo tanto, admirar. Es, a pesar del dolor que causa cuando se diluye, volver a intentarlo una y mil veces.

 Es sentir que fuimos alcanzados por una varita mágica que nos dejó en un estado de encantamiento, es descubrir de pronto que hemos tocado el cielo con las manos.

 El amor existe para habitar el mundo como si fuera el paraíso. No lo olvidemos.

MÓNICA PERSANO