CULTURA
21 de agosto de 2022
Sonido
En este relato con aires de antigua leyenda irlandesa, Paz Guevara nos transporta a un tiempo remoto e indefinido donde la vida verdadera transcurría en densos bosques encantados, plagados de historias ocultas que quedaban por siglos flotando en el viento y prestas a ser oídas por los espíritus amigables que se les acercaran
Sonido
Cuando algo pasa de voz en voz y de generación en generación, alguna parte de ese relato cambia y alguna otra sale de la misma historia…
En una ciudad del norte de Irlanda se contaba la leyenda del viento y los poemas que se habían dicho dos amantes, pero la historia es algo diferente…
La biblioteca del Bosque más espeso de esa ciudad estaba cuidada por dos personas. Una de ellas se encargaba de la seguridad y la otra del cuidado de los libros, todo ser podía instruirse allí. Si pasaban o llegaban de noche podían quedarse a dormir. Quien se encargaba de los libros, todos los días de sol leía y memorizaba esas palabras, todos los días de lluvia las recitaba. A pesar de que su compañero le decía.
- ¡Estás loca, pierdes tu tiempo!
Ella le respondía:
- Así viviré por siempre. Y continuaba con su labor religiosamente.
Una tarde de abril el viento comenzó a soplar con tanta fuerza que el farol de adelante empezó a balancearse con vehemencia y abrió las ventanas del lugar, haciendo que los faroles internos también se movieran. Según su compañero, había estado leyendo toda la noche y se quedó dormida. Lo que sucedió es que se incendiaron todos los libros, solo los que fueron llevados a restaurar sobrevivieron, de millones de volúmenes sólo pudieron salvar ciento cincuenta.
Las nubes y la lluvia, junto con los bomberos, que llegaron tarde, apagaron el fuego. Debajo de una de las vigas, que parecía que había sido la última en caer, había un libro de poesía abierto por la mitad. Allí encontraron un collar, pero no había cenizas, ni rastros. Los peritos e investigadores dijeron que el viento pudo haberse llevado las cenizas, antes o después de que se derrumbara el techo. Pero muchos creen que el libro la protegió, que se la tragó, a la lectora constante de los días de sol. Unos meses más tarde, alguien pasó por ahí y creyó oír algo en el aire. Al principio pensó que eran pájaros, pero al bajarse se dio cuenta que era un poema, como si el viento susurrara cosas. Con el transcurso de los días, muchas personas en toda Irlanda afirmaron escuchar poemas en el aire. Ni los científicos, ni las personas aficionadas al desarrollo del pensamiento racional pudieron explicarlo, no encontraron una sola hipótesis que valiera la pena explorar.
Ella cumplió con su palabra, vivió para siempre ¿Qué misterios, qué secretos halló en esos libros? Nunca lo sabremos, se los llevó con ella. O se fueron con el viento.
PAZ GUEVARA
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