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CULTURA

14 de agosto de 2022

PÁNICO EN LA BIBLIOTECA

¿Cuándo se transforma un lector de poesía en un devorador de poesía? ¿Cómo acontece esa mutación y qué hechos fortuitos pueden actuar como dramáticos desencadenantes? La singular relación que la poesía establece con sus devotos amantes puede devenir en un relato tan fantástico como el que hoy nos cuenta Alicia Gugliotti.

 

PÁNICO EN LA BIBLIOTECA

Las diez de mañana. Ana, la bibliotecaria, mira el reloj y se transforma. Sus ojos van hacia la puerta de entrada. La puerta se abre. Aparece la figura temida. Un hombre pálido, enjuto, de mirada sin rumbo, ocupa el sitio de siempre.

Ana se acerca nerviosa, lo interroga con la mirada. El hombre responde: “Poemas de Cortázar”.

Ella le alcanza el volumen.

El hombre lo hojea y, con pasmosa tranquilidad, arranca varias hojas, se las lleva a la boca y, despacio, comienza a masticar.

Es el cuarto día consecutivo que hace lo mismo. Come un libro y se va. Hasta el momento, sólo pide poemas. Apenas habla.

Al día siguiente, empieza a devorar poemas de Borges. Llega, toma el ejemplar, se sienta y empieza su festín. Ana ve un trozo de papel en el suelo. Lo levanta y lee “me duele una mujer en todo el cuerpo”.

Esta situación inusual se repite día a día.

 Ana avisa a las autoridades. El Director de la Biblioteca va a hablar con él.

 

Quedó muy impresionado con la historia de este extraño sujeto.

Según cuenta, le dijo algo así:

─Señor, a mí siempre me gustó mucho, pero mucho,  la poesía.

En el Jardín, estaba enamorado de la Reina Batata.

 Cuando aprendí a escribir, hice una poesía con rima y todo, para mi maestra de segundo grado. Muy gritona ella. Yo quería que se calmara. La ilustré, se la di, la miró, la rompió en mil pedazos, me miró con ojos de furia y me gritó: ¡Atrevido!,

Nunca más pude escribir una poesía: sÍ, leerlas.

Hace poco me di cuenta de que no tengo tiempo para volcar en un poema todo lo que siento. Por eso me los como. Son míos, me pertenecen…

 

El Director, conmovido, se quedó sin palabras.

Le palmeó el hombro y se fue…

                                                                                                                      

ALICIA GUGLIOTTI

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