CULTURA
10 de julio de 2022
El divorcio más grande del mundo

Desde tiempos remotos la humanidad se preguntó por el origen de la Tierra, y surgieron así cosmologías míticas que nos hablaban de un huevo gigante, o la tierra plana sostenida por elefantes, como la imaginaron los hindúes, descansando sobre una inmensa tortuga o sobre una rana gigantesca como en un antiguo mito mongol. Y si de cosmologías míticas hablamos, que no reclaman para sí ningún viso de científicas, hoy Cecilia Corino nos explica la Pangea y la separación de los continentes, prescindiendo de la teoría de la Deriva Continental y los descubrimientos de Wegener y otros para narrarnos en forma de fábula familiar esta separación tormentosa que no deja de suceder.
El divorcio más grande del mundo
Se cree que la especie más grande del mundo es la ballena azul, con apenas treinta metros de largo, pero ni siquiera se acerca al tamaño del ojo de la mayor.
Esta cumple la regla fundamental de los escondites: ser tan evidente que pasa desapercibida. El más grande abarca 55 millones de kilómetros cuadrados, el siguiente 43 millones. Se cree que este animal es inmortal, y podría ser también el más holgazán de la tierra, porque no se ha movido prácticamente en cuatro mil millones de años.
Vive en lo profundo del océano, similar a una tortuga marina, disimulada por la tierra que ha quedado irremediablemente solidificada en su caparazón. La humanidad ha formado sus continentes sobre estas bestias colosales; sobre los menores se han formado pequeñas civilizaciones aisladas y en los más grandes se han librado guerras desde el comienzo de los tiempos. Se formaron teorías sobre los terremotos —esos extraños momentos en los que las bestias se mueven, como la pata que forma a Chile que suele acalambrarse—, sobre la luna que “hace subir la marea”, cuando en realidad es la respiración de las bestias, que inspiran y exhalan cada doce horas.
Estas bestias iniciaron la cuestión siendo apenas dos, unían la tierra en la llamada “pangea”. Sus crias, más o menos pequeñas, dormían entre los cuerpos de sus padres. Unos doscientos millones de años atrás, comenzaron a separarse, hartos el uno del otro, formando ellos y sus crías los continentes que al día de hoy conoce la humanidad, como también las islas descubiertas y por descubrir, moviéndose tan solo unos pocos centímetros al año, quizás diez, si se sienten activos.
CECILIA CORINO
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