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CULTURA

26 de junio de 2022

Ítaca

El de Ulises tal vez sea uno de los mitos literarios más conocidos. En este espléndido poema de 1911, Konstantino Kavafis, el poeta griego nacido en Alejandría (Egipto), delimita un espacio completamente propio, insistiendo en un aspecto importante de la experiencia humana.

Ítaca

 

Cuando emprendas tu viaje a Itaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

 

 Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

 

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

 

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

 

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Ítacas.

                                                                

La poesía narra la aventura de vivir, lo que cuenta no es la meta (retornar a la anhelada isla) sino el viaje que debemos hacer para alcanzarla. Propone un camino largo lleno de aventuras, de posibilidades para vivir siempre nuevas experiencias. Recomienda no emprender ese viaje con temor a los monstruos que podrían obstaculizarlo, porque ellos sólo están en nuestro interior, son los miedos; en cambio si se mantiene un espíritu elevado y una emoción que enriquezca el alma y el cuerpo, jamás habremos de enfrentarnos con estos enemigos.

Hemos de desear que el viaje sea largo para poder explorar diferentes alternativas, desafiar los límites, conocer lugares donde engrandecerse en experiencias, recibir conocimientos de los sabios y apreciar los tesoros, siempre teniendo a Ítaca en la mente, pero sin apuro, disfrutando plenamente del viaje. Si este viaje dura muchos años, mayores serán las oportunidades de aprendizaje.

Y aunque la llegada no sea del tamaño de la expectativa, en Ítaca se comprenderá el verdadero significado de este viaje. Su verdadero valor está en el mismo viaje y no en las metas que se hayan propuesto.

                                                                                                                               

ALICIA ALVAREZ

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