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CULTURA

30 de enero de 2022

El arte de perder

Elizabeth Bishop (1911-1979) fue una poeta estadounidense, hoy considerada autora de culto, gracias a su poesía totalmente luminosa, de abierta vulnerabilidad e impecable ejecución formal. El comentario de Alicia Álvarez acompaña hoy al más famoso y entrañable de sus poemas.

Un arte

El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.

Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.

Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.

Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.

Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.

Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.

 

Según Bishop, no es difícil aprender el arte de perder. Desde que nacemos vamos perdiendo cosas. Pero también ganar algo nuevo encierra un tipo de pérdida, tendremos que dejar alguna condición adquirida para ir hacia otra, distinta.  Aquello que se deja, de alguna forma, es una pérdida. La vida nos enfrenta permanentemente a este tipo de experiencias. Desde objetos olvidados: recuerdo algunas cosas, como un saquito de lana tejido por mi madre, perdido de una forma inexplicable en algún paseo. El reproche que se genera en la mente parece doler, hasta que dominamos ese arte. Más adelante viene el olvido de esa situación.

Más tarde perdemos compañeros, nos mudamos del lugar donde solíamos vivír, queda atrás la condición de la infancia. Olvidamos la inocencia, se desvanecen algunas libertades, a la vez que cargamos mayores responsabilidades. Perdemos sueños, la vida los transforma en otra cosa. El constante fluir de las estaciones marca que algunas cosas se van y otras aparecen. Es posible que ya nunca podamos volver a ciertos lugares amados.

Alguna pérdida puede convertir nuestra vida en un desastre de la noche a la mañana; la aceptación se convierte en un arte difícil de dominar. Somos, inevitablemente, solitarios pasajeros de esta aventura y, en ocasiones, otros seres nos acompañan por un tiempo. No hay opción: es la levedad del ser. Hemos de aprender a dominarla a pesar del dolor que representa.

Alicia Álvarez

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