Guillermo Pinarello, un marplatense de bajo perfil pero muy respetado en el mundo del póker online, vive hoy una realidad completamente distinta a la de las mesas digitales donde acumula importantes premios internacionales. Con 40 años y una carrera ascendente, celebró hace poco un logro histórico: el segundo puesto en el torneo GGMillion$ de GGPoker, con un premio de 272 mil dólares y un pase a un exclusivo certamen en Bahamas. Pero ese viaje quedará en suspenso: Pinarello está detenido y acusado de encabezar una red de juego clandestino online.

El empresario fue arrestado junto a su socio, Joaquín Otero Cao, en el paso internacional Tancredo Neves, en plena Triple Frontera. Ambos intentaban cruzar hacia Brasil mientras regía sobre ellos un pedido de captura internacional ordenado por el juez federal de Mar del Plata, Santiago Inchausti.

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Los dos están imputados por asociación ilícita, explotación de apuestas ilegales y lavado de dinero, en una causa con más de 15 investigados, entre los que figuran la novia de Pinarello y la madre de su socio. Ninguno aceptó declarar ante el magistrado, que además les negó la excarcelación y ordenó el bloqueo de sus plataformas de apuestas, conocidas como Casino 365 Online.

Las sospechas sobre el entramado criminal ya habían desencadenado un fuerte operativo a comienzos de noviembre. La Policía Federal allanó la casa de Pinarello en el exclusivo barrio Rumencó, construida sobre terrenos valuados en 85 millones de pesos que no habrían sido declarados. También se requisaron otros inmuebles y se incautaron vehículos de alta gama, incluyendo un BMW 440i a nombre de su pareja.

Durante los procedimientos se encontraron 147 mil dólares, 2,8 millones de pesos, más de un millón de guaraníes y distintos elementos que la Justicia considera clave para reconstruir la ruta del dinero. A eso se sumó la apertura forzada de dos cajas de seguridad vinculadas a familiares de los acusados, donde aparecieron otros 430 mil dólares.

La investigación apunta a que la organización movía fondos mediante un sofisticado sistema de pitufeo. Ese mecanismo se basa en el uso de “cuentas mulas” registradas con datos de terceros —muchas veces a cambio de una suma insignificante— en billeteras virtuales que permiten operar por fuera del sistema bancario. Desde allí, el dinero era transferido de manera fragmentada para evitar rastreos y luego se integraba a sociedades vinculadas o se utilizaba directamente para compras de vehículos, propiedades y gastos personales.

Además, una de las empresas del grupo figura en una causa paralela por contrabando, mientras que otra firma asociada a Otero Cao, supuestamente dedicada a la minería cripto, está bajo la lupa por ser una pantalla.

Pinarello, hijo de un comisario inspector retirado de la Policía Bonaerense, desarrolló su carrera empresarial en publicidad y marketing, pero su nombre siempre resonó más fuerte en el ambiente del póker profesional. Hoy, sin embargo, la Justicia lo ubica como la cabeza de una estructura ilícita que operaba desde Mar del Plata y generaba ganancias millonarias.

El caso continúa avanzando en el Juzgado Federal N°3, donde ya hay cinco procesados y se analizan nuevas pruebas sobre el funcionamiento de la red. Mientras tanto, el talentoso jugador que brillaba con perfil discreto permanece tras las rejas, lejos de los torneos internacionales y envuelto en la causa de juego ilegal más resonante del año.