River atraviesa una de sus peores crisis futbolísticas de los últimos años. Este domingo, el equipo de Marcelo Gallardo volvió a mostrar una imagen preocupante y perdió 1 a 0 ante Gimnasia en el estadio Monumental, donde más de 85 mil hinchas expresaron su descontento con silbidos, insultos y cánticos de protesta.

El Millonario, que venía de cuatro derrotas en cinco partidos y de quedar eliminado en la Copa Argentina, volvió a decepcionar justo antes del Superclásico frente a Boca. Con un juego apagado, sin ideas y con una alarmante falta de reacción, River dejó escapar puntos vitales en su pelea por ingresar a la próxima Copa Libertadores.

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Gimnasia, dirigido por Fernando Zaniratto, fue ordenado y paciente. Se defendió con criterio y aprovechó su momento. A los 55 minutos, el árbitro Nazareno Arasa cobró penal por una falta de Portillo sobre Merlini, tras la intervención del VAR. El “Chelo” Torres, surgido de Boca, definió con clase ante Armani y marcó el único gol del partido.

Gallardo intentó cambiar la historia con los ingresos de Borja, Lencina y Meza, pero el equipo se mostró nervioso, impreciso y sin rumbo. Encima, Facundo Colidio se lesionó en el primer tiempo y rompió en llanto, complicando aún más el panorama de cara al duelo ante Boca.

El público, que al principio había alentado, terminó estallando. “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”, fue el grito que se escuchó con fuerza en el cierre del encuentro, mientras los jugadores se retiraban entre silbidos.

Para colmo, en el noveno minuto de descuento, River tuvo la chance del empate. El árbitro sancionó un penal por una infracción de Suso sobre Martínez Quarta, pero Borja volvió a fallar: su remate fue atajado por Insfrán, héroe absoluto de la noche.

La derrota dejó a River con cuatro caídas consecutivas en el Monumental, una racha que no se registraba desde 1926. Gimnasia, en cambio, se alejó de la zona baja y celebró en Núñez después de 20 años.

Con un equipo sin respuestas y la paciencia de los hinchas al límite, Gallardo enfrenta ahora una semana determinante. El próximo domingo, en La Bombonera, River se jugará mucho más que tres puntos: su orgullo, su lugar en la Libertadores y, quizás, el futuro de su ciclo.