El repudio a la represión de jubilados y manifestantes frente al Congreso derivó en una ola de cacerolazos que se extendió por todo el país en la noche del miércoles. En la Ciudad de Buenos Aires, el sonido de las cacerolas se hizo sentir en barrios como Caballito, Almagro, Congreso, Colegiales, Villa Crespo, Palermo, Paternal, Lugano y San Telmo. En algunos puntos, los vecinos no solo protestaron desde los balcones sino que también salieron a las calles para manifestarse.

Las protestas también se replicaron en el conurbano bonaerense, con concentraciones en Ramos Mejía, Vicente López y Avellaneda. La movilización avanzó hasta la Casa Rosada, donde se reforzó la seguridad ante la llegada de manifestantes que entonaron el histórico cántico “Que se vayan todos”. La Quinta de Olivos fue otro de los puntos de protesta, con cacerolas y consignas contra el gobierno de Javier Milei. Pasada la medianoche, los cacerolazos continuaban en distintos barrios y llegaron hasta Plaza de Mayo.

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En ciudades del interior también hubo manifestaciones espontáneas. En La Plata, los manifestantes exigieron la liberación de los detenidos en la represión frente al Congreso, mientras que en Mendoza la protesta se centró en el rechazo al accionar policial y las políticas del Gobierno.

Las convocatorias se multiplicaron a través de redes sociales, donde dirigentes opositores repudiaron la represión y llamaron a manifestarse. “La barrabrava más violenta del país es Patricia Bullrich. Hoy todos a cacerolear”, expresó en sus redes la exdiputada del Frente de Izquierda Myriam Bregman, tras la difusión de imágenes de la represión.

El cacerolazo, símbolo de protesta en la Argentina, reapareció con fuerza en un contexto de creciente malestar social.