El Gobierno celebró en febrero una mejora del 0,5 por ciento en la actividad económica y sostuvo que la Argentina había evitado su segunda recesión técnica. Sin embargo, el repunte se apoyó casi exclusivamente en el desempeño del sector financiero, mientras que la industria continúa lejos de recuperar los niveles previos a la actual gestión.

De acuerdo con el último informe del Centro de Estudios Económicos de la Unión Industrial Argentina, en octubre la actividad del sector cayó alrededor de un 2 por ciento interanual. Aunque ese número implica una leve mejora frente a septiembre, la industria permanece cerca de un 10 por ciento por debajo de los valores registrados en 2022 y 2023.

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El economista Carlos Rodríguez, ex asesor de Javier Milei, advirtió que los principales motores productivos del país —comercio, industria y construcción— están rezagados respecto del promedio general, mientras que la actividad financiera continúa siendo la más beneficiada. La publicación del dato llegó en un contexto marcado por la crisis industrial y por el anuncio del cierre definitivo de la planta de Whirlpool en el Parque Industrial de Pilar.

La compañía estadounidense confirmó el despido de 220 trabajadores y el fin de su producción local de lavarropas, tras tres años de actividad. La empresa había invertido 52 millones de dólares en 2022 y proyectaba producir 300.000 unidades anuales, pero la caída en las ventas y el fuerte aumento de importaciones hicieron inviable mantener la planta. Las importaciones de lavarropas pasaron de 5.000 a 87.000 unidades mensuales y las de heladeras de 10.000 a 80.000, según datos del Grupo Techint.

La situación industrial también se refleja en los distintos rubros productivos. En octubre, siete de los dieciséis sectores relevados mostraron caídas interanuales y nueve retrocedieron frente al mes previo. Los retrocesos más marcados se dieron en textiles, indumentaria y calzado, productos metálicos, caucho y plástico, y minerales no metálicos. La construcción continúa más de un 20 por ciento por debajo de los niveles previos, afectada por la parálisis de la obra pública y la débil inversión privada.

La UIA señaló varios factores que explican el estancamiento: la incertidumbre política en torno a reformas estructurales, la volatilidad macroeconómica, la baja demanda interna producto de la pérdida de poder adquisitivo y la caída en las exportaciones industriales, especialmente hacia Brasil. En octubre, las ventas al país vecino retrocedieron un 6,2 por ciento.

Con este panorama, la UIA concluyó que la actividad industrial permanece estancada, en niveles similares a los del último trimestre de 2024 y todavía un 10 por ciento debajo de 2022 y 2023. Mientras algunos segmentos vinculados a energía y maquinaria logran sostenerse, la mayor parte del entramado productivo se mantiene con un alto grado de capacidad ociosa y sin señales claras de recuperación a corto plazo.