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5 de febrero de 2023

Arlt y Güiraldes

Dos grandes escritores argentinos, Roberto Arlt y Ricardo Guiraldes, con orígenes completamente diferentes: hijo de ricos estancieros uno, de inmigrantes pobres el otro, confluyen en una cercanía y una amistad y vienen a fundar algo así como el comienzo de la novela en nuestra literatura moderna. En esta entrega, el Profesor Marcelo Méndez, da cuenta de este vínculo y del preciso momento histórico que la enmarca.

Arlt y Güiraldes

En la actualidad, con las obras literarias de ambos a la vista de todos, cuesta imaginar que en momentos decisivos Roberto Arlt y Ricardo Güiraldes estuvieron muy cerca. Es que Güiraldes era un hombre acaudalado, que frecuentaba a los escritores más notorios de París, mientras que Arlt ha hecho de su necesidad de ganarse la vida escribiendo en “redacciones estrepitosas” toda una carta de presentación.

Y sin embargo, el año 1926 los encuentra escribiendo en un mismo gabinete, más precisamente en las cómodas oficinas de Güiraldes, que había “empleado” a Arlt para difusas y livianas tareas de secretario. Se trataba, más bien, de brindarle un espacio para que desarrollara allí su escritura.

La anécdota no pasaría de ser una curiosidad si no fuera porque en esa contigüidad, podemos imaginarlos puerta de por medio, tecleando al unísono, ellos dieron forma a las dos novelas de aprendizaje más notables de la literatura argentina: Don Segundo Sombra y El Juguete Rabioso. Sus protagonistas, Fabio Cáceres y Silvio Astier, son muchachos cuando estas obras comienzan, y cuando terminan de atravesar las pruebas que propone cada argumento, ya son hombres, conocedores de la vida y del trabajo, de las lealtades y de las traiciones.

Todo esto profundiza la hermandad entre Arlt y Güiraldes, pero a la vez, de manera inexorable, los separa. Los años 20 del siglo pasado no eran menos convulsionados que los de hoy. Buenos Aires crecía y se transformaba a toda velocidad, venía recibiendo una gran masa inmigratoria que debía articularse con la población anterior, lo que no siempre era sencillo (como sí lo fue para nuestros escritores, hijos, uno de ellos, de estancieros criollos, y el otro, de inmigrantes centroeuropeos). Las respuestas que Don Segundo Sombra y El juguete rabioso dan a todo esto en sus páginas, no podían ser más diferentes: mientras que la novela de Güiraldes se refugia en un pasado que se percibe como una perdida edad dorada, y los personajes recorren a caballo un campo anterior al alambrado, donde ser resero garantiza la felicidad, Arlt narra una ciudad tensada hacia el futuro, una ciudad plagada de líneas rectas y fosforescencias, que tampoco se correspondía con ese 1926 en que la novela se escribe.

Por último: también se debe a Güiraldes, que estaba, como decíamos, ahí nomás, el sugestivo nombre “El juguete rabioso”, cuando Arlt tenía en mente el más obvio “La vida puerca”.  Con esa idea le dio a nuestra literatura uno de sus mejores títulos. La crítica sí tomó ese concepto de “vida puerca”, que describe como ningún otro a la ciudad y al lenguaje exasperado de la literatura de Roberto Arlt.

                                                                                      

MARCELO MÉNDEZ

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